En Burdeos, el gigantesco Clásico del futbol mundial, Alemania-Italia, me traía expectante, pero lo único realmente emocionante resultó ser la tanda de penales.
Las casas de apuestas señalaban a los alemanes como favoritos. Yo, en total desacuerdo, porque no soy partidario en pensar que en un partido de esa magnitud haya un favorito, pese a que le atinaron.
Todo parecía perfecto para un partido entretenido, Italia llegó a esos Cuartos de Final jugando bien al futbol y Alemania impresionaba con una defensiva que no había recibido un solo gol.
Y como suele suceder en esos partidos, el mutuo respeto y la perfección de ambas defensivas nulificaron a las ofensivas, que en el primer tiempo sólo generaron dos llegadas de peligro, una para cada lado.
En esos choques de gigantes es lógico generar tantas expectativas como normal ver este futbol cerrado, de mucha marca y pobre espectáculo, principalmente estando en la cancha la selección italiana.
Podemos argumentar haber visto un buen primer tiempo en lo táctico, buenas coberturas, recorridos a tiempo, sincronización, buen juego aéreo, pero lo que suele ser agradable para especialistas y entrenadores aburre a los aficionados en general.
Si a esos dos equipos en el primer tiempo los vistieran con las camisetas de Jaguares y Querétaro, no habría argumentos que evitarían fuertes criticas a la poca creatividad y desequilibrio ofensivo que mostraron.
Con la llegada del gol de Ozil, Italia reaccionó y mejoró un poco el partido, y los italianos llegaron al empate, que para mi pareció injusto, ya que durante los 90 minutos del tiempo regular los alemanes fueron superiores.
Ya en el alargue sólo hubo un equipo en la cancha y el que mas buscó la victoria, que al toparse con un muralla aparentemente impenetrable, obtuvo su pase a Semifinales en penales, que al parecer no hacen temblar a los germanos.
En resumen, para mis expectativas este súper Clásico del futbol mundial me quedó corto, probablemente para los entrenadores que les gusta tener en su equipo una defensiva ordenada le podrán sacar provecho, y para los que les gusta ver acciones en las áreas, goles, emoción y un espectáculo divertido, dejó mucho qué desear.
POR OTRA HAZAÑA Hoy Francia, anfitriona y súper favorita, se enfrentará a una Islandia sin nada qué perder.
Las diferencias en la cancha y fuera de ella son simplemente abismales.
Con poco mas de 300 mil habitantes contra mas de 60 millones de los franceses, sin haber disputado ningún torneo internacional y con tan sólo 120 jugadores profesionales buscarán otra hazaña.
Los islandeses han conquistado el corazón del planeta jugando a un nivel competitivo impresionante, mientras que sus adversarios siempre estarán en desventaja.
Para Francia será como pelearse con un borracho, si lo golpeas eres un cobarde, pero si él te golpea eres un..., rodarán cabezas.
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