El Cruz Azul se coronó como campeón de la primera edición de la Leagues Cup.
Superando merecida e inobjetablemente a los Tigres, la otra escuadra cementera pero celeste se quedó con un título que aunque sea muy poco, de algo le sirve.
El título de un torneo recientemente inventado como parte del negocio del futbol, cada día más suculento.
Como proliferan por doquier los consumidores de ese maravilloso producto, de esa peculiar "gallina de los balones de oro", sobre todo en canchas estadounidenses la futbolera maquinaria de hacer lana trabaja al máximo y así va creando e inventando torneos de poca monta pero buen dinero.
Algo es algo y resulta encomiable la seriedad y el buen futbol con que el Cruz Azul encaró y ganó este torneo (doblegando en esa Final a unos aletargados Tigres que por enésima ocasión se quedaron en la orilla en internacionales lides), pero ante su obsesión y frustración por la falta de un título de Liga desde hace 22 años, para el conjunto capitalino ni siquiera funciona como bálsamo la obtención de esta Leagues Cup que tal vez vaya adquiriendo mayor importancia con el tiempo y con su nuevo formato.
Que festejen dicho logro como prefieran hacerlo en el seno celeste; pero en aras de lo que sigue, que no se les olvide darle solamente el valor que tiene. Ni más ni menos.
De mucho mayor valía son, por ejemplo, los goles anotados por tres jugadores mexicanos en los europeos lares: el de Edson Álvarez con el Ajax ante el Lille, el de Héctor Herrera con el Atlético de Madrid ante la Juventus, y el de Javier Hernández con el Sevilla ante el Qarabag.
Goles muy importantes en cada uno de los casos.
Los dos primeros dentro de la jornada inicial de la Fase de Grupos de la Champions League; el de Edson Álvarez al debutar en ese torneo (el más importante de todos en el planeta futbolístico), y el de Herrera en el inmejorable marco de su ansiado debut con el conjunto colchonero.
Y el tercero de esos goles, en el arranque de la Europa League y como presentación de Javier Hernández con la escuadra sevillana.
Pero sobre todo, golazos los tres, de elevada calidad y manufactura. Tanto el soberbio cabezazo de Herrera para empatar dramáticamente el duelo entre dos de los más serios candidatos al título, como el inteligente movimiento y la magnífica definición de Edson para asegurar el triunfo de su equipo, como la excepcional ejecución del "Chicharito" en ese tiro de castigo que encaminó al Sevilla rumbo a la victoria.
Goles que valen mucho por sí mismos, y que duplican su valor por el prestigio de los torneos en que fueron anotados.
Porque hay de torneos a torneos y de títulos a títulos, cada uno con su muy particular y propio valor; y es cierto que los grandes equipos deben ir por todos... siempre y cuando sepan empezar por los más importantes.
Si no, de nada sirve ganar los que no lo son.
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