De veras que no se sabe a cuál irle.
El caso del Veracruz y sus malos manejos es tan obvio y tan trillado que ya no vale la pena ni siquiera mencionarlo, dedicarle más tiempo y espacio a un equipo sin futbol, sin puntos y sin lana, inexorablemente encaminado a una División de Ascenso en la que desde hace rato debería estar jugando.
Tan lógico, tan comprensible resulta que no funcione en la cancha un equipo cuya cúpula lleva mucho tiempo siendo un desastre, que se antoja más oportuno referirse a lo incomprensible del actual funcionamiento de otros equipos: del Toluca, del Monterrey, del Pachuca, los tres muy lejos de jugar de acuerdo al potencial de los respectivos planteles.
O por su enorme popularidad y la aguda crisis futbolística por la que atraviesan, se antoja también abordar el caso de las Chivas, muy lejos del indispensable rendimiento individual y colectivo.
Unas anémicas Chivas agradecidas con la "presencia" del Veracruz; porque si no estuvieran estos Tiburones devenidos charales, en estos momentos sería el Guadalajara el principal candidato para el descenso del 2020.
Pero entonces, cuando el tema rojiblanco parece obligado, desde otro rojiblanco frente se anuncia el cese de Luis Alfonso Sosa como director técnico del San Luis, y la escuadra potosina se convierte en el ineludible tema principal.
Con el aparente pretexto de faltas de respeto quién sabe a quién, remueven de su puesto a uno de los tres directores técnicos (junto con Guillermo Vázquez y Víctor Manuel Vucetich) que después de ocho jornadas más provecho le había sacado al plantel con que contaba.
Y cuando todavía se busca cómo agotar el escabroso tema de tan injusta decisión tomada desde los españoles lares, irrumpe la maquinaria del Cruz Azul y acapara los espacios y las ocho columnas.
No por haber obtenido recientemente algún título importante, por supuesto, sino porque sigue esa pobre y deteriorada Máquina celeste una y otra vez topándose con cemento y dando tumbos.
De Ricardo Peláez y lo que idealmente debería ser, a Víctor Garcés y lo que vergonzosamente es... y por desgracia seguirá siendo.
Para entender cómo le ha hecho el Cruz Azul para prolongar a tal grado su lamentable sequía de títulos, bastó con escuchar la colección de "explicaciones" y "conceptos" ofrecidos por Garcés, primero en Futbol Picante y después en la presentación de Robert Dante Siboldi como flamante director técnico.
Con esos discursos... ¿para qué queremos a Cantinflas?
Ridículos dirigentes como ése en algunos casos, o más decentes pero igual de improvisados en otros; o autoritarios y prepotentes, o francamente viscerales sean mexicanos o sean españoles.
Con ese freno puesto avanza, muy lento, nuestro futbol; sin hacerlo como debería.
Una mexicana flota futbolera productiva como negocio pero navegando en tormentas de incertidumbres y desaciertos, plagada de equipos con timón torcido.
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