Una de las enseñanzas y reflexiones que dejó Juan Carlos Osorio tras su paso por México fue esa que se preguntaba qué puede más, el amor a ganar o el temor a perder.
Osorio machacaba la frase una y otra vez durante sus conferencias de prensa, otros días aparecía con esas mismas palabras plasmadas en alguna playera. Me dicen que internamente era algo de lo que más hablaba con los jugadores de la Selección, inclusive contrató a lmanol Ibarrondo, especialista en el tema mental del deporte.
Al profe lo menospreciaron de muchas formas durante los años que trabajó en nuestro País, así que probablemente piensan que este tema es otra "mafufada" del "científico loco predicador".
Desafortunadamente, en medio de tanta desacreditación se pierde lo positivo, pero estoy convencido de que, enredado en su locura, Juan Carlos Osorio trato de arreglar varios de los males históricos de nuestro futbol.
La Selección Mexicana se encuentra atorada en la frontera del quinto partido desde hace más de 30 años, así como el Cruz Azul lleva tantos años cruzazuleándola.
Cuando estas rachas/maldiciones se apoderan de un equipo o Selección sin respetar los ánimos generacionales, hay que dejar de buscar en el futbol y buscar a sus alrededores.
Esto no es exclusivo de algún deporte, mucho menos del Cruz Azul. Las maldiciones deportivas existen y forman una parte importante en la historia, pero créanme que se terminan.
Los Red Sox rompieron la del "Bambino", los Cubs la de la Cabra y hasta el Atlas un día romperá la suya.
Revisando la historia de estos equipos que han logrado revertir estas malas rachas me queda claro que el detalle más fino para lograrlo está en el aspecto mental.
Transcurría el minuto 65 de la vuelta del Pumas vs Cruz Azul. La Máquina perdía 3 a 0 y enfrentaba la famosa pregunta del profesor Osorio ¿que puede más, el amor a ganar o el temor a perder?
Cruz Azul llevaba los primeros 20 minutos del segundo tiempo buscando el gol que obligara a los Pumas a marcar otros tres. Tenían controladas las acciones, pero conforme se acercaba el final del partido comenzó a pesar más preservar la ventaja de uno, que ampliarla por tres. El temor a perder comenzó a cruzarse con el amor por ganar.
Lo impensable sucedido: los Pumas remontaron y la segunda cruzazuleada más grande de la historia sucedió.
Le damos tanto espacio a lo malo del Cruz Azul que terminamos restando importancia a lo bueno de Pumas, pero es que para que se conciba una hazaña del tamaño de esta es necesaria la complacencia de un perdedor con maestría.
Salir de una mala racha es un proceso tan celoso como el de curar alguna adición. Tienes que ir un día a la vez porque no hay margen de error.
Cruz Azul bajó la guardia, se confió y el precio pagó.
Pudo más el amor por ganar de los Pumas, que el temor a perder del Cruz Azul.
Twitter: @AldoFariasGzz |