Que pase el señor Diego Alonso al banquillo de los acusados.
- ¿Jura decir la verdad y nada más que la verdad?
- "Sí, lo juro".
- ¿Se declara culpable o inocente de tirar hacia atrás a sus jugadores durante el segundo tiempo del Clásico 118?
- "Inocente, 100 por ciento inocente, su señoría".
La parte acusadora llama a su primer testigo de cargo, el señor Rogelio Funes Mori.
- ¿Rogelio, qué pasó durante la segunda mitad?
- "Creo que nosotros con el resultado arriba, nos tiramos para atrás, creo que fue un error".
No más preguntas, su señoría.
Pero, amigo lector, siempre tendremos que agregar a cualquier análisis que, el tirarse atrás no siempre es por voluntad propia o indicación del entrenador. El rival también tiene intenciones.
Para desgracia de Alonso, el hecho de sacar un delantero para ganar un tercer central no le ayudó en nada para cambiar el humor de una pelota que ya no quería estar en los pies de sus jugadores.
Si Rayados, ya sea con 3 o 2 centrales, o con 3 o 2 delanteros, no aprende a manejar los partidos poseyendo el balón, la teoría de los ajustes seguirá siendo criticada. Para desgracia de Diego, el contragolpe de los suyos jamás apareció. Y cuando se pierde el balón cediendo 75 metros del terreno ante un equipo como Tigres, la equivalencia de tomar cianuro para ver si eres inmune, entra en juego. Y los "no juegan a nada", aparecen. Bueno, hasta el mismo Nico Sánchez publicó: "no jugamos".
Si todo el partido Tigres lo hizo con un 9 falso (Enner) y el volumen de la acciones estaba en el medio campo ¿no hubiera sido más conveniente agregar un volante antes que un tercer central?, en el banco estaban Jonathan y Edson.
Pero también hay hechos en defensa de Alonso. Pabon y Maxi fueron materia inadvertida mientras estuvieron en el campo. Pabon erró el 44 por ciento de sus pases y ni el argentino ni el colombiano tiraron a gol.
Y si a todo esto le agregamos que Barovero tuvo una pésima lectura al abandonar el poste por donde entro el empate, al análisis deberíamos agregarle que 3 de las figuras rayadas no salieron en su día.
El Clásico Regio terminó empatado, pero en el juicio sumario fue Diego Alonso quien perdió. Claro, todo esto desde la óptica de los Rayados, porque del lado de los Tigres, la fórmula de tener el balón siendo preciso con él, (59% de posesión con el 85% de acierto), abrir la cancha y el jugar en bloque terminó produciéndoles 17 disparos. Y creo que si uno de los 2 merecía otro tanto fue Tigres.
Como partido, lo mostrado cumplió con la cartelera (espectáculo de calidad), pero sobre todo, juntó a las 2 tribus en un mismo recinto en armonía y mucho respeto.
PD.- En defensa de Alonso: un equipo de futbol no siempre plasma lo que pretende su entrenador. Pero en su contra, este hecho también acusa una deficiencia de su trabajo.
Lo escrito, escrito está.
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