Hace unos días, Renato Ibarra reapareció públicamente para disculparse.
Por medio de una escueta y no muy convincente explicación por la vía de un video, y después en una entrevista concedida a John Sutcliffe en ESPN, el jugador americanista inició su notorio -y suponemos que vano- intento de reivindicación.
Una disculpa que se antojaba obligatoria pero que también se vio un tanto forzada y fríamente calculada, como orquestada para ir sondeando el terreno, para ir midiendo las reacciones que provocaría entre los aficionados, entre periodistas, en los diferentes medios y en las redes sociales.
Habrá quienes hayan percibido como creíble la explicación ofrecida, e incluso se hayan conmovido con esa reiteración que una y otra vez sonaba a un "estoy muy arrepentido aunque en realidad no hice nada".
Pero quienes no lo sentimos ni tan creíble ni tan conmovedor veríamos como un lamentable mensaje que se permitiera el regreso del gran jugador ecuatoriano para que ocupara con el América esa franja derecha en la que sabe desenvolverse con admirable solvencia; en contraste con su imperdonable desenvolvimiento en un ámbito mucho más importante.
Es inadmisible su regreso a las canchas vistiendo la misma camiseta, a menos que se reconozca y se admita, con total desfachatez y desparpajo, que en éste como en otros asuntos lo que sigue gobernando es exclusivamente el dinero.
Aunque tardaron demasiado en hacerlo, todavía podrían y deberían los jerarcas del América (y de la empresa que lo respalda) emitir un comunicado que -a modo de sugerencia- sería razonable que fluyera más o menos en los siguientes términos: "En el América y en Televisa sabemos a la perfección que existen algunos valores y principios que deben ser permanentemente enarbolados y defendidos, y en plena congruencia con ello queremos avisar que Renato Ibarra no volverá a vestir la playera americanista en ninguna cancha.
"Conocemos la realidad lacerante que en nuestro País se sufre con respecto a la violencia de género. Sabemos lo alarmante que es, en esta sociedad machista que desde siempre hemos padecido, el nivel de vulnerabilidad, de fragilidad y de indefensión al que están sometidas tantas mujeres, la impotencia que sienten ante el violento comportamiento de sus parejas, y por lo tanto no podemos soslayar ni pasar por alto una conducta como ésa, al margen de las componendas 'legales' o las argucias legaloides que hayan derivado en la 'exoneración' de nuestro ex jugador.
"Ciertamente, también entendemos que todo ser humano merece una segunda oportunidad, pero la de Renato, como futbolista, no será con el América. Si en algún otro equipo creen en su genuino arrepentimiento y consideran que debidamente rehabilitado como persona puede resultarles útil como jugador, con mucho gusto facilitaremos las cosas para que le sea brindada esa segunda oportunidad, aunque para ello debamos absorber una sustancial pérdida económica.
"Porque más que el dinero y mucho más que lo sucedido dentro de la cancha, nos interesa y atañe lo que sucede fuera de ella".
Ojalá sirva de algo la sugerencia y se emita pronto el indispensable comunicado.
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