Pero qué tal le celebraban a Antonio Briseño las barridas. Cuántas veces no le aplaudieron esa exacerbada pasión y con la que defendía a su equipo. "Ha llegado el nuevo líder del Rebaño". "Este es el hombre que representa la vergüenza deportiva del Guadalajara", decían.
Y todo por gritar, celebrar y resaltar las venas tras jugadas de mero trámite para un jugador profesional.
Pues ahí están las consecuencias.
El ímpetu mal encausado terminó por confundir al defensor. Su vehemencia "tribunera", esa que muchas veces le maquilló limitaciones técnicas, esa que deslumbró a más de un aficionado que creyó estar ante los ojos de un león indomable en forma de defensor impasable, esta vez, le generó un efecto negativo.
Que si fue intencional o no la jugada sobre Giovani dos Santos es lo de menos. Y es lo de menos porque es imposible establecer el debate desde ese punto de partida. Sólo Briseño sabrá si lo hizo con la intención de lastimar. Sinceramente, lo dudo. Es imposible adentrarnos en su cabeza y rebobinarla para determinar la causa de la acción.
Lo que sí podemos es revisar su comportamiento en la cancha. Está claro que tiene otro tipo de tabuladores en el manejo de los impulsos. Que no sabe encausarlos, que desperdicia bríos y que potencia esfuerzos sin importar las consecuencias. Vaya, le cuesta el autocontrol emocional. Es un futbolista con baja tolerancia a la frustración y que tras la pelota no va por la ruta de lo racional. De ahí a que festeje hasta un saque de banda.
En el video que "Pollo" Briseño le manda a Gio dice que fue una jugada muy rápida donde le rebasó la velocidad y que en verdad no fue su intención causarle daño.
Como diría un buen amigo mío, tampoco el que se pasa un semáforo en rojo a 150 kms por hora tiene la intención de hacer daño y probablemente termina haciéndolo.
Una pena lo que le ha pasado a Briseño. A nadie se le desea lo que está pasando. Hoy, es víctima de una lapidación virtual. Se equivocó y lastimó a un compañero de profesión pero de ahí, a llamarlo asesino, es verdaderamente estúpido.
La suspensión será de cuatro partidos. Podría reaparecer hasta la jornada 17 cuando Chivas visite a Toluca. La pregunta es ¿reaparecerá?
No será un proceso sencillo. Su regreso a las canchas tendrá que ser cuidadoso. El club deberá protegerlo. Riesgoso que de visitante aparezca en el once.
Lo más sensato sería hasta la penúltima jornada cuando Chivas reciba a Querétaro, aunque el problema ya será la falta de ritmo. Se ha castigado él solo.
Con la crisis de Chivas, su torneo está perdido.
Briseño tendrá que aprovechar el tiempo. Buscar ayuda, equilibrar sus emociones y entender que psicológica y futbolísticamente, existen, literal, otros mecanismos de defensa.
Twitter: @CARLOSLGUERRERO |