Pobrecitos Tiburones, sin cobrar, endeudados y sin puntos.
Condenados inexorablemente al descenso, a jugar el próximo año en esa División de Ascenso en la que deberían haber estado desde hace meses.
Ojalá después de irse regresen pronto, pero renacidos, con otros dueños y en circunstancias diferentes. Porque la de Veracruz es una magnífica plaza futbolera, merecedora de un mejor equipo, y no de la desdibujada caricatura tiburonesca padecida en los últimos tiempos.
Hasta el momento, lo único rescatable de este patético y tragicómico drama jarocho es que ha servido para propiciar un alentador esbozo, un mínimo atisbo de esa solidaridad que tanta falta hace entre los futbolistas de nuestro balompié.
Tímida solidaridad, por cierto, imperdonablemente pisoteada ayer por unos Tigres que se dedicaron a lo suyo sin respetar la digna postura y las condiciones de los de enfrente.
Pero no son los ventajosos Tigres los únicos villanos de esta lamentable película.
¿Dónde están las figuras de nuestro futbol tan dispuestas a sacarse fotos al momento de "apoyar" o "impulsar" la creación y desarrollo de la Asociación de Futbolistas, pero medio agachados o francamente escondidos cuando surge la primera verdadera oportunidad de hacer funcionar dicha Asociación y ejercer sus más elementales derechos?
Están, todos y cada uno de ellos, donde más cómodos se sienten, sin comprometerse a nada ni dar la cara.
¿Cuándo entenderán los futbolistas mexicanos que para defenderse con la debida dignidad en la cancha es indispensable primero saber defenderse fuera de ella?
¿Cuándo entenderán los dirigentes que esa docilidad que tanto agradecen en los futbolistas fuera de la cancha es la que a veces los lleva a ser tan dóciles adentro, y por lo tanto limita su cabal crecimiento como jugadores?
Si no es con el sostén de figura alguna como empiezan a moverse los futbolistas mexicanos, tendría que ser en bloque y como todo un grupo.
Como la mentalidad autoritaria, centavera y pragmática de los dueños del balón no cambiará nunca, son los que más saben jugar con él quienes deben tratar de modificar las cosas; y para hacerlo el paso primordial es mostrar la necesaria capacidad para formar un frente común, sólido, indeclinable.
Con ese bloque de futbolistas funcionando al unísono, resultaría sencillo resolver colectivamente lo que no se puede de uno en uno, o es muy difícil hacerlo.
Con la debida solidaridad y una auténtica conciencia de gremio, muchos problemas se resolverían en automático y no crecería ninguno al nivel alcanzado en este vergonzoso caso jarocho. Una coyuntura desperdiciada, o sólo a medias aprovechada con ese tenue esbozo de solidaridad.
A ver si para la próxima.
Twitter: @rgomezjunco |