La Liga MX se detiene un rato y algunos equipos siguen esperando director técnico.

Empezando por el Monterrey, la máxima decepción en lo que va del torneo, pero todavía con la oportunidad de salvarlo aprovechando la benevolencia de este sistema de competencia promotor de la mediocridad e inhibidor de la búsqueda de la excelencia.

Mientras esos poderosos Rayados en la teoría pero desdibujados en la práctica aciertan o no con la elección del nuevo técnico (y otros equipos revisan si cuentan o no con el idóneo), el asunto del castigo impuesto a otro entrenador, Miguel Herrera, se convirtió en el tema nacional de varios días.

Como la FIFA está más decidida que nunca a castigar severamente el tan mentado grito al portero adversario porque lo considera homofóbico (cuando en realidad debería castigarlo con la misma severidad por ser tan corriente, borreguil y de mal gusto), muchos se han hecho bolas con el reglamento de sanciones, que establece dos o tres partidos de castigo por insultos, pero CINCO cuando éstos sean discriminatorios o racistas.

Error garrafal el de Herrera, por insultar al árbitro utilizando precisamente el epíteto que los asustados federativos se empeñan en erradicar (algo en lo que fracasarán inexorablemente); pero ni "discriminatorio" ni "racista", por lado alguno, dicho reprobable insulto.

De ese polémico pero reglamentario castigo de tres partidos de suspensión, pasamos a los partidos, bastante cuestionables, que empezará a jugar la Selección Mexicana dentro de un torneo de broma pomposamente bautizado como "Liga de Naciones Concacaf".

Un ostentoso nombre para así seguir abonándole a la confusión entre la patria y un simple equipo de futbol; como si de veras jugaran las naciones enteras, unas más precarias que otras.

Por lo pronto, al visitar a su nada similar de Bermudas el conjunto tricolor cumplirá este viernes con su primer compromiso en ese torneo, que en términos de aprovechamiento futbolístico servirá más o menos para nada.

Un torneo con el que empieza a vislumbrarse una inquietante etapa de retroceso (o de irremediable freno) para el futbol mexicano, urgido de un roce internacional de otro nivel.

En lugar de enfrentar en las "fechas FIFA" a las potencias europeas o sudamericanas, habrá que medirse con adversarios cuya talla sirve de muy poco para medir algo.

Así pasamos -en nuestro peculiar balompié mexicano de alta competencia- de los polémicos castigos a los partidos de broma, porque estamos en la concakafkiana zona.

Cuestión de acostumbrarse y de tratar de disfrutar de lo que venga como se pueda.

Porque al fin y al cabo... aquí nos tocó vivir.

 
Twitter: @rgomezjunco