Al América no se le escapó el título por culpa de César Ramos. Sería insensato señalarlo como el verdadero culpable y/o principal responsable de la noche por la jugada del aparente penal no marcado a Guido Rodríguez.
Es muy simple, América no fue campeón porque no mató a un rival que llegó con las piernas desgastadas, porque lo dejó vivir cuando estaba en la lona, porque permitió que se levantara, porque sus cambios no funcionaron, porque falló Sánchez cuando más precisión se requería, porque Viñas no aprovechó una clara y porque erró 2 penales.
El americanismo debe aceptar la derrota. Los "Grandes" no pueden - ni deben - refugiarse en el sótano de los pretextos. Eso que lo dejen para otros equipos que sí requieren de absurdas teorías de persecución y conspiración para aminorar la presión y la asfixia tras la acumulación de fracasos.
Al americanismo le vendría mejor la aceptación y el silencio.
Hablemos de Rayados.
Qué tarde se presentaron en el Azteca. El juego había comenzado y casi como John Travolta, todos volteábamos de un lado a otro buscando a ese Rayados que enamoró a México en el Mundial de Clubes. O al menos, a ese Monterrey que había ganado la ida con aquel inolvidable poema de Funes Mori.
Cayó el primero de América y ni así. Rayados estaba en estado de shock. Abrumado, confundido, desorbitado. Sus figuras no aparecían y tampoco aportaban. La zona defensiva convulsionaba a cada segundo cuando apenas Henry, Viñas o Roger acariciaban la pelota. Todo estaba mal. Y más, con el segundo de Richard Sánchez.
Parecía un partido a modo para América. Casi de Jornada 5 ante algún colero de la Liga.
Vino entonces la magia del "Turco". Sólo los que estuvieron en el vestidor sabrán lo que les dijo y cómo se los dijo. Pero el equipo que estaba casi noqueado, para el complemento comenzó a apoyarse y a apretar los puños. Mohamed con un solo cambio realizó 3 ajustes. Sacó a Layún, ingresó a Montes y regresó a Medina a su hábitat favorito.
Después optó por Janssen sin miedo de sacrificar a Pizarro. Rayados ya era otro. Se apoderó del esférico y se sacudió el temor del primer tiempo.
El gol de Funes Mori los reavivó por completo. Era el tanto que necesitaban. Los músculos ya no daban para la potencia pero sí para la inteligencia. Monterrey hizo suyo el juego mental y desquició a un América que no daba crédito. Lo tiró de la hamaca donde plácidamente jugó el primer tiempo.
Mientras que Mohamed se graduó con honores en materia de estrategia, Herrera reprobó el examen final. Ni González ni Castillo fueron determinantes. Ni refrescaron ni aportaron. Los cambios no ayudaron.
Y en los penales, simplemente ganó quien fue mejor o quien se equivocó menos. Rayados fue capaz de soportar la presión del Azteca. Nunca se achicó y nunca tuvo miedo. Barovero detuvo el que tenía que parar y Vangioni metió el que no debía fallar. Merecido campeonato. De ensueño, casi de cuento. Del octavo al puesto uno. De terceros del mundo al mejor de México.
Queda claro que el futbol regio manda en la Liga MX. Que son los poderosos que han irrumpido sanamente para crecer y hacer crecer a todos.
Felicidades Rayados, más equipos como tú que invierten bien, que contratan figuras, que tienen a portentosos extranjeros y que buscan siempre tener a los mejores mexicanos.
Disfrútalo, gózalo, presúmelo. La tercera, fue la vencida.
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