Comienza a notarse la mano dura de la que tanto se habló cuando Gerardo Martino asumió el mando de la Selección Mexicana. Son varios los detalles, por menores que sean, donde se comprueba que bajo su gestión, ciertos vicios que se arrastraban desde procesos anteriores, poco a poco se han ido diluyendo.
Jesús Manuel Corona arrastra una lesión. En otros tiempos, se hubiera quedado en Portugal para rehabilitarse. Lo más probable es que no juegue ante Bermudas y aún así, se presentó al llamado para evitarse otro problema con Martino. Ya tuvo uno previo a la Copa Oro. Malentendido que pudo dejarlo fuera de todo el proceso. No quiso volver a sufrir otro roce con el entrenador.
Hay otros aspectos que pueden notarse cuando uno está tan cercano al equipo. En las prácticas, ahora es común ver que algunos los jugadores -sobre todo los más jóvenes- se vendan solos y van por su calzado. La orden que proviene de Martino es clara: menos apapacho al futbolista.
Desde que el estratega tomó las riendas de la Selección Mexicana, únicamente la gente del cuerpo técnico viaja con el equipo en el autobús. El staff de prensa, de mercadotécnica, video, nutrición y utilería, lo hacen por separado.
Martino establece escaso diálogo con los jugadores. Se acerca a ellos exclusivamente para aspectos que tienen que ver con la práctica o el partido en turno. No va más allá. No rebasa la línea de lo personal. No genera ningún tipo de vínculo con el futbolista. Suele caminar por separado del grupo.
En los aeropuertos va con su cuerpo técnico, nunca con los jugadores. Jamás lo he visto sentarse en alguna sala de espera con algún elemento del equipo.
Al final de las entrevistas, educadamente se despide. No da oportunidad ni para charlar tres minutos sobre algún aspecto a tratar fuera de cámaras. Apenas ve cámaras a lo lejos o media distancia y decide tomar sigilosamente otra ruta.
La renovada Selección Mexicana arribó a Bermudas con la novedad de que no existe en toda la isla, un autobús que permita transportar a toda la delegación. Se debieron utilizar dos microbuses. Los boletos están agotados y la gente habla del partido. Todo un suceso.
Un detalle desagradable: dos aficionados mexicanos con nuestra bandera y uno de ellos con el uniforme de Jorge Campos, pacientes esperaron el arribo de los jugadores en el hotel de concentración de Bermudas. Viajaron 3 mil 600 kilómetros y al menos gastaron 70 mil pesos para llegar. Ningún elemento los volteó a verlos.
Los comentarios en las redes han sido duros por la aparente falta de humildad.
Héctor Herrera asegura que ya dentro del hotel, se tomaron fotografías con ellos.
Cuidado, alguien debe aconsejarles que ese tipo de situaciones deteriora algo tan valioso como la imagen del representativo.
Twitter: @CARLOSLGUERRERO |