La Ciudad de México despertaba agitada un 31 de julio de 1916. Estallaba en huelga la Federación de Sindicatos de Trabajadores del Distrito Federal. Electricistas y tranviarios, exigían que se les remunerara en oro y no en billetes constitucionalistas al considerar que éstos se depreciaban por la escasez de productos y por la inflación.
Eran los tiempos de Venustiano Carranza y era el día en que llegaba a este mundo, en una apacible Guadalajara alejada del polvo levantado en la capital del País, Ignacio Trelles.
Lo que no habrán visto sus ojos. Lo que no habrán leído con el paso de los años, de las décadas y de un siglo a otro. Lo que habrá reído, lo que habrá llorado y lo que habrá invertido en tiempo, su mejor aliado, para labrar tantos éxitos.
Cuando fichó por el Necaxa en 1934, nacía Miguel de la Madrid Hurtado, presidente de México de 1982 a 1988. Y cuando se retiró en 1948 jugando para el Atlante, nacía Carlos Salinas de Gortari, presidente de México de 1988 a 1994.
Leyenda en toda la extensión de la palabra. Ganador, revolucionario, rebelde, mordaz, pícaro y pintoresco. Testigo de todo. De todo aquello que hemos leído, de todo aquello que nos han contado, de todo aquello que la historia nos ha relatado.
¡A sus 38 años, vio campeón al Atlas! Ustedes dirán.
Un 15 de junio de 1954, nacía el máximo organismo regulador del futbol del Viejo Continente: la UEFA. Fecha especial para Don Nacho pues justo aquella tarde, conseguía su primer título como entrenador dirigiendo al extinto Marte.
A su mando, imposible olvidar el primer triunfo de la Selección Mexicana frente a Checoslovaquia en 1962. Potencia europea de aquella época que terminaría subcampeona del mundo. País balcánico que habría de desintegrarse en 1993 tras la llamada "Revolución de Terciopelo". Momento histórico del cual los ojos de Don Ignacio Trelles también fueron testigos.
Suceso relacionado con el fin de la Guerra Fría y con la disolución de otros como la URSS y Yugoslavia.
Hablando de la ex Unión Soviética, la carrera de Ignacio Trelles como director técnico llegó a su fin en junio de 1991 cuando, comandando al Puebla, Pumas le arrebataba el sueño de llegar a la Final con solitario gol de Luis García en Ciudad Universitaria. Por aquellos días, la tensión en el mundo crecía por el referéndum para la conservación de la URSS. Gorbachov y Yeltsin acaparaban las portadas internacionales.
El futbol mexicano está de luto. Se ha ido el que más había visto. Al que nadie le contó nada porque él mismo pudo palparlo, leerlo en sepia, escucharlo en la radio de antaño o verlo cuando llegó a su casa por primera vez algún pesado televisor en blanco y negro.
Del balón de cuero al VAR. De la época amateur al profesionalismo y de las huelgas al confinamiento por un virus. Todo, en 103 años.
Descanse en paz, Don Nacho.
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