Soy un romántico que ama ese sui géneris futbol alejado de los grandes reflectores, carcomido por el tiempo, agrietado por las deudas, abandonado a merced del cruel destino y hasta desaparecido por haber caído en las manos equivocadas.

Siempre he tenido una atracción especial con el balompié de categorías inferiores. Sobre todo con aquella rama que alguna vez llevó por nombre: Segunda División.

Fui testigo de infinidad de batallas, y no necesariamente batallas por algún tipo de consagración deportiva, sino férreas luchas por la misma supervivencia.

Durante muchos años vi sufrir a equipos como Celaya, Irapuato, San Luis, La Piedad y hasta al propio León que deambuló casi una década en la también llamada Liga de Ascenso.

Conocí lo difícil que resulta mantener a un equipo profesional sin los ingresos que se obtienen casi por default cuando se consigue el ascenso a la Máxima Categoría.

Sin derechos de televisión, la operación de un equipo se complica terriblemente. Todo recae en los patrocinios que el club pueda amarrar, en la publicidad estática, en la venta de cerveza y por último, en la taquilla. Taquilla castigada por aficiones que abandonan a sus equipos.

Sin respaldo de "los Gobiernos", es prácticamente imposible salir con finanzas sanas.

La Liga de Ascenso se está muriendo. Agoniza. Y mientras yace en la cama conectada a aparatos que le dan un poco más de tiempo, su partida es inminente. Reencarnará en otro proyecto con fines distintos. Será un formato que ya nada tendrá que ver con una división que promueva y priorice la competencia deportiva. Si acaso, algún tipo de premio económico como recompensa. Pero no más. No habrá ascenso.

Tengo sentimientos encontrados. Por un lado me duele mucho saber que habrá ciudades que quedarán varadas por un largo tiempo en medio de la nada sin posibilidad alguna de regresar a Primera División. Ciudades como Tampico, Mérida, Celaya, Ciudad Victoria y Culiacán, entre otras, tendrán que conformarse con una competencia que únicamente impulsará la parte formativa.

Pero por otro lado, está claro que la Liga de Ascenso - tan resquebrajada y dañada como la conocemos ahora - no tiene razón de ser.

Los únicos equipos con potencial económico como para mantenerse en Primera, son instituciones que forman parte de grupos con multipropiedad en Liga MX. Mineros es de Grupo Pachuca, Tampico de Orlegi y Dorados de Grupo Caliente.

El futbol mexicano ya no está para más casos bochornosos como los de Veracruz y Lobos BUAP o para repentinas desapariciones por falta de recursos como las de Potros UAEM o Loros de Colima.

No sobran inversionistas. Faltan muchos y nadie quiere entrarle. Se tendrá que optar por cortar el hilo más delgado para darle solidez y certeza a los que invierten arriba.

Si pretendemos fortalecer nuestro balompié, se deben tomar medidas rigurosas.

 
Twitter: @CARLOSLGUERRERO