No fue el triunfo ante el León. Tampoco la contraseña de acceso que Chivas logró descifrar con 2 victorias consecutivas para ingresar a la zona de privilegio. Lo que verdaderamente detonó la conversación en nuestro particular ecosistema futbolero, fue el beso de Macías al escudo del Guadalajara.
Reviso las redes sociales y, de José Juan, sólo veo críticas, señalamientos y fuertes insultos. "El beso de Judas", dicen. Como si lo sucedido tras el gol a su ex equipo fuera la mismísima representación del capítulo evangélico donde Judas Iscariote delató a Jesús de Nazaret en el Huerto de Getsemaní. Beso que tradicionalmente, ha simbolizado traición.
Me sorprendió cómo es que tras la celebración de gol de Macías, muchos hablaron de lealtad y de fidelidad con una facilidad que espanta. A veces pienso que vivimos en 2 países a la vez. El real donde nuestro comportamiento deja mucho que desear y el virtual donde todos nos jactamos de ser políticamente correctos.
¡¿Qué más da si "JJ" besó el escudo de Chivas?! Entiendo que hace apenas unos meses, en agosto para ser exactos, Macías hizo lo mismo con la camiseta del León cuando le marcó doblete al Guadalajara. ¿Y? ¿Acaso el joven delantero con los polémicos ósculos dejó de ser profesional? Ahora resulta que es crucificado en críticas, que merece sanción, rescisión de contrato y hasta expulsión del futbol mexicano por su mal ejemplo. ¡Bah!
Macías es un delantero que ha logrado abrirse terreno en suelos dinamitados por extranjeros. Triunfar en Liga MX en su posición tiene un valor extra. No cualquiera. Son tan pocos que se cuentan con una sola mano.
Apenas cumplió 20 años. Con León en un año marcó 19 goles. Es prospecto importante para Selección Mexicana, tiene la proyección de nadie, olfato de gol y mucho futuro.
Eso es lo que debemos ver en Macías. No si celebró con aparente acto de hipocresía o sin respeto alguno.
No nos fijemos en nimiedades. Hablemos de lo que hizo en la cancha. De cómo logró reponerse mentalmente de una falla clara frente al marco para terminar siendo factor en la victoria.
Si vamos a saturar las redes, que sea porque en él hubo sacrificio, porque bajó a recuperar balones, porque entendió que la indisciplina táctica no arrojaba los resultados deseados y porque volvió a marcar un gol que demuestra su tremendo potencial.
José Juan hoy se debe al Guadalajara. De hecho siempre. Aún estando con León pertenecía a Chivas. Si besó otro escudo hace 7 meses, fue por consideración, porque se sentía pleno, porque encontró cobijo, porque debía lanzar un mensaje y por agradecimiento a una afición que siempre supo reconocerle.
La vida le enseñará a Macías que a veces es mejor no hacer cosas que parezcan buenas. Si el domingo pasado, frente al León y ante su gente, no hubiera besado el escudo de Chivas, de cualquier forma lo habrían criticado y reventado. Es más, hubiera sido representado por algún artista en un lienzo al óleo como el "José Judas Macías" por no expresar agradecimiento al equipo. Hizo lo que debía hacer. Besar como acto de generosidad.
Sirva la lección para dejar de hacerlo de ahora en adelante cual sea la camiseta que porte o bien, besar siempre los escudos en turno cual apóstol del gol, amoroso, respetuoso y nunca traidor.
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