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León, el alumno aplicado
Carlos 'Warrior' Guerrero | 11-02-2020
en CANCHA
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No existe en el futbol mexicano en la actualidad, un estudiante con tan buenas calificaciones como las que presume torneo tras torneo y semana a semana el Club León. Sus números son avasalladores. En una institución educativa donde no es sorpresa que reine la irregularidad, la inconsistencia y en ocasiones hasta cierta apatía entre los alumnos, resulta un deleite ver semejante nivel de dedicación cuando juega sobre el pupitre el equipo del maestro Ambriz.

Si regresáramos el tiempo y el formato de competencia volviera a la época romántica donde no había necesidad de dos Liguillas por año para alimentar el negocio, el León habría sido flamante campeón. Aquel viejo sistema le habría premiado y reconocido su excelencia. Más que suficiente sus 74 puntos en la suma de dos torneos (con récord incluido de 12 victorias de manera consecutiva) y un promedio de 2.3 goles por partido.

En el presente semestre, los números del León no son la excepción. Mantiene el mismo paso. La constancia es parte de su sello. Su ADN aplasta a todo tipo de rivales con severas dosis de anotaciones.

Le hizo 3 goles a Gallos, 3 a Pachuca, 2 a Monarcas y 3 al campeón Monterrey.

Se fue J.J. Macías y el eje ofensivo de los Panzas Verdes se mantiene poderoso y contundente.

Si no es Ángel Mena, es Tesillo, es Ramos, es Montes, es Meneses. En el salón de Ambriz no hay dependencia hacia ningún jugador. Todos colaboran, todos levantan la mano para participar en la clase, todos cumplen con las tareas. La disciplina aunque fuerte, es aceptada.

La medalla al mérito la tiene el Club León. Ha hecho todo por alcanzarla. Se ha sacrificado día y noche pero... si esto, en lugar de futbol fuera la vida misma, sería el alumno de mención honorífica que por alguna extraña razón no encuentra trabajo. Camina con diplomas pero sin el título importante.

Así debe ser su sentimiento. Veremos si este torneo es el bueno.

 
 
"INFLACIÓN"
 
 
Santiago Giménez marca su segundo gol en su naciente carrera como futbolista de Primera División. Lo hace con un equipo lleno de presión y obligaciones como lo es Cruz Azul. Es nueve, atacante, centro delantero. Posición históricamente ocupada y dominada por extranjeros. Santiago pretende desprenderse del apellido del padre y comienza a escribir su propia historia. Empieza a redituar con goles la confianza que su entrenador le ha otorgado. Hasta ahí, todo bien.

El problema es cuando llega el reconocimiento y con los aplausos, la lastimosa frase de los aficionados: "no inflen al jugador". ¡Bah!

Lo vuelvo a repetir, el jugador se infla y se desinfla solito. El futbolista debe saber lidiar con todo lo externo que directa o indirectamente le involucra. Es parte de su responsabilidad. Paremos con el lastimoso mito de que la prensa es quien potencia o quien acaba con un jugador.

 
Twitter: @CARLOSLGUERRERO
 
 
 
 
 
 
 
 
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