Aún huele a diciembre. En la nevera todavía quedan aromas navideños. La puerta del refrigerador al igual que los botones del abrigo, batallan para cerrar con sutileza y facilidad. Son los estragos decembrinos. Los cúmulos del ponche y del recalentado.
Todavía huele a Funes Mori, pero ya es Ake Loba quien roba las portadas. Aún investigan a Jesús Gallardo por su cánticos y es Chivas el que, sin jugar, parece que lo ha ganado todo.
Cuántos propósitos del 2019 quedaron inconclusos y ya estamos enlistando los del 2020. Todavía hay americanistas que no asimilan la derrota en la Final, que continúan hablando de robo, que siguen deseándole todo mal al silbante y que cuentan los títulos para sentir alivio y resulta que, estamos a días para que inicie un nuevo torneo.
Aún por las calles se ven camisetas de Rayados, que la portan con más orgullo que nunca, de nuevos aficionados que se subieron al barco de última hora. Todavía es Rayados el del último gran mazazo, el que calló bocas, el que se acaba de coronar, el que demostró que nada está perdido mientras queden nuevas oportunidades, el que convirtió a Mohamed en un gigante y resulta que dicho episodio se acabó, que ya fue.
Todavía América y Rayados medio extienden las piernas, las descansan y algunos las broncean, mientras que otros hasta campeones de amistosos son. Aún Rayados cierra los ojos recordando cómo es que levantó el título y otros los abren para pedir ansiosamente que inicie el torneo.
Chivas se ha convertido en el monarca de la pretemporada. Ha conquistado una corona invisible. De ilusión se ha llenado y eso es lo que ha vendido a su gente. Si hay una afición que reza porque arranque la aventura, es justamente la del Rebaño. Hoy Chivas puede darse el lujo de presumir no sólo un once competitivo, sino hasta un segundo equipo que meterá presión interna. Cinco torneos consecutivos sin clasificar quedaron borrados de la memoria de los aficionados como por arte de magia. La varita hecha de billetazos sirvió para que Peláez sacara de la chistera todo lo imaginable.
Aún huele a carbón, a juegos pirotécnicos, a celebración y ya es Cruz Azul otro que acapara reflectores. Tantas caídas, tantos tropiezos y tanta inversión sin resultados, vuelven a convertir a los de La Noria en el tiro al blanco perfecto sobre el cual se colocan las miradas de la crítica especializada. ¿Qué sería de nuestro futbol sin Cruz Azul?
Todavía recordamos a Charly Rodríguez, a Dorlan Pabon y a Rodolfo Pizarro y resulta que ya es Pablo Cepellini la estrella que México buscaba.
Estamos de regreso a la vida cotidiana. Atrás han quedado las horas de ocio y de mañanas largas en pijama junto a la familia. Los niños volverán a la escuela y muchos de los juguetes de los Reyes Magos quedarán guardados hasta las próximas vacaciones.
Aún revolotean los recuerdos del Apertura 2019 y no queda más que darle la bienvenida al Clausura 2020. Veremos si Santos es capaz de repetir liderato, si esta vez León y Ambriz podrán reflejar su poderío en la Liguilla, si Tigres despertará o se quedará de brazos cruzados, si Chivas será lo que todos esperan que sea y si Pumas dejará de ser indiferente como en los últimos años.
Mucha rosca. Momento de ponerle fin al empacho que faltan los tamales en febrero. Twitter: @CARLOSLGUERRERO |