Se juega la Jornada 17... y todavía 10 equipos aspiran a dos lugares disponibles.
La rampante mediocridad promovida con mexicana alegría.
Al llegar a la antepenúltima jornada de la Fase Regular, con tres partidos por jugar (sólo dos en los casos de Cruz Azul y Atlas), todos ellos van en pos de lo que no lograron garantizar después de 16 largas jornadas.
A reserva de lo que ayer hayan hecho los Pumas en Puebla, y el Atlas y el San Luis al enfrentarse en la cancha del Estadio Jalisco, de los 19 participantes a esta Jornada 17 sólo tres llegaron matemáticamente eliminados: el Veracruz, el Puebla y los Bravos de Juárez.
Al arrancar esta antepenúltima jornada, ninguno de los 19 competidores ha asegurado su "clasificación matemática", aunque CINCO ya podían darse de antemano por inscritos en la Liguilla: el Santos Laguna, el Necaxa, el América, el Querétaro y los Tigres; y uno más, el León, también estaba prácticamente en ella.
Es decir, que en realidad estamos hablando de DOS lugares disponibles para los 10 equipos que en este momento están entre el séptimo y el decimosexto lugar; aunque algunos de ellos requerirían -para colarse a esa Liguilla- de un milagro de ésos que ni siquiera en el futbol se producen.
Después de una mala campaña, equipos con un enorme potencial (como el Cruz Azul y el Monterrey) todavía aspiran a meterse de panzazo a la Fase Final. Y otros con menos alcances también saben que pueden ir "campechaneándola" durante 19 jornadas, para después instalarse en esa Fase Final en la que ya se sabe (gracias al bienvenido equilibrio de fuerzas) que cualquiera de los ocho participantes puede alzarse con el título.
Algo muy distinto sucedería, por supuesto, si no fuera tan benévolo el sistema y tan amplia esa entrada disponible para la Liguilla.
Si por ejemplo clasificaran solamente los primeros CUATRO, en este momento tendríamos una auténtica lucha entre los mejores del torneo; y no esto de darle cabida también a los menos malos.
Claro, en ese caso habría mayor justicia deportiva entre los 19 participantes, pero también menos partidos de Liguilla y por lo tanto menos dinero para los de pantalón largo.
Por eso, porque sólo el dinero los mueve, prevalece este endémico, futbolero y muy mexicano sistema de competencia promotor de la mediocridad e inhibidor de la búsqueda de la excelencia.
Después no se quejen de esa lentitud con la que nuestro futbol, a pesar de los pesares, sigue avanzando.
Imagínense lo que avanzaría sin los múltiples frenos, empezando por el de este centavero -y no muy justo que digamos- sistema de competencia.
¿Y si piensan para el corto plazo un poquito menos en la lana y mucho más en el juego?
Como inicio sería magnífico.
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