| | El gran cuadro sin marco | | Francisco Javier González | 07-10-2019
en CANCHA
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| | | | ¿Cuánto duele perder un Clásico? Lo puede decir el América que en una de esas tardes recibió cinco goles del Cruz Azul.
¿Qué significa ganar un Clásico? Lo puede decir Robert Dante Siboldi, quien sabe que su equipo recuperó algo que estaba buscando hace un rato: su propio espíritu.
Aunque uno de los entrenadores culpe al árbitro por los errores propios como una expulsión sin disculpa y el otro asevere que no se ganó nada mas que tres puntos, ambos saben que partidos como el del sábado pasan a la historia de las cicatrices y los gozos, de las burlas en contra y a favor. Que cada parte sabe lo que le toca y que el apasionamiento de la rivalidad amplifica todo porque se siente más que en casi cualquier otra derrota. Que en casi cualquier otra victoria.
Sentados en medio como siempre lo tiene que intentar el comentarista por mucho que los gritos estén de moda, hay que agradecer un punto y preguntar por otro.
La gratitud va hacia un partido intenso, con sus errores pero con la intención de jugarlo bien.
Ambos equipos trataron de ganar y cada uno tuvo sus lapsos. Mayores y más contundentes los de Cruz Azul que en algún momento dio a pensar que volvería a morder el polvo cuando la historia se le torcía poco antes del descanso.
Pero la situación ahora fue extrañamente a la inversa: cuando las Águilas retomaban, y recordaron su fidelidad a ir siempre por la victoria, se desordenaron abruptamente.
Primero porque Roger no debió aplicar el codazo determinante que ayudó a La Máquina, dispuesta ya a arriesgar y ceder espacio a sus espaldas con tal de atacar cuando arrancó el complemento.
Y segundo, porque entre los errores individuales y el desorden amarillo que provocó el intento de desbocarse, los hábiles delanteros azules se encontraron mano a mano en infinidad de ocasiones y esta vez decidieron no perdonar.
Los nueve minutos que sucedieron la expulsión fueron de pesadilla para un América poco acostumbrado a tales castigos. Tres goles azules dejaron el partido cuesta arriba y los tres puntos casi en la bolsa.
La gran duda que surge de un partido que pronto tendrá revancha, es la ausencia de aficionados en la tribuna.
Si el América-Chivas de la semana pasada hizo renacer el Azteca, el del sábado tenía que ser una réplica pese al mal torneo celeste porque era momento de resucitar o casi abandonar la competencia. Y si no, le tocaba a la parcialidad americanista hacerse presente.
Hay factores que influyen en el ánimo y el bolsillo del aficionado y se habrá juntado todo.
Pero un partido como este merecía un marco esplendoroso que no ocurrió.
Buena parte de la afición se quedó en casa.
Twitter: @FJG_TD | | | |
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