Me lo imagino con sus lentes de relojero frente a la pantalla de su computadora pensando la palabra exacta para redondear su columna en nuestro diario.
Pero al mismo tiempo, contestando un tuit incendiario con más fuego todavía porque era fácil de prenderse y engancharse.
Tal vez Mario tenía una libreta bajo llave que cuidaba celosamente sus conceptos. Eran suyos, y aunque rebatibles como son los de cualquiera, siempre los defendía con argumentos y discusiones capaces de sacar sangre intelectual.
Una virtud que siempre tuvo fue la de enriquecer las conversaciones, encender las tertulias y poner ideas inteligentes sobre la mesa.
Pensador vehemente, intenso, ruidoso como su pasión por el futbol, del que poca gente que yo conozca puede estar tan enamorada.
Mario Castillejos se quedó dormido y no despertó ya en la mañana del miércoles.
El sábado había cumplido 60 años y sintió las amenazas de una edad que los usos han hecho más pesada de lo que realmente es.
La sociedad del trabajo y de las oportunidades ven rara a la gente desde los 40. No se diga con 20 más. Lo que en Japón se venera, en otras culturas se desdeña.
No es que eso le sucediera a Mario, reconocido por propios y extraños, pero en el espejo de su mensaje en Instagram el día de su aniversario, hacía sentir que eso empezaba a pesar. Prefería -dijo- no hacerle caso a su edad.
Voz cantante en el futbol de Monterrey desde que ingresó a los medios, adquirió relevancia nacional junto con su gran mancuerna, Toño Nelly, quien también ha quedado un poco viudo por todo el camino que recorrieron hombro a hombro.
Cabeza dura, intenso, cálido, cercano, compañero, amigo.
Lanzaba hipótesis que trataba de confirmar a toda costa interpretando los hechos. Tuvo las filias y fobias que como humanos todos cargamos, pero nunca llevadas a extremos que olvidaran la nobleza.
Ayudó a gente sin que se supiera, fue agradecido, anfitrión, alegre, bohemio, abuelo orgulloso y padre amante de su familia.
Ojalá esté tomando una copa de buen vino en el lugar donde se encuentre. Preparando un asado celestial u organizando a los demás para pagar la cuenta en el restaurante de alguna nube en la que también estará partiendo el queso.
Que difícil es poner las palabras justas para resumir en este espacio todos los sentimientos.
Tal vez Mario, con esos lentes diminutos, si hubiera tenido éxito.
Con estos pequeños trozos en forma de fotografías le decimos adiós a quien ya no podremos leer aquí.
Siempre tuvo la virtud, en su vida bien vivida, de dejarnos tarea para pensar.
Lo vuelve a hacer hoy como legado a quienes tuvimos la fortuna de toparnos con el para quedárnoslo para siempre, llorando su repentina ausencia.
Twitter: @FJG_TD |
|