La derrota de los Vaqueros ante los Jets encendió las alarmas en Dallas. Una temporada que había iniciado con muy buenos augurios gracias a tres triunfos contundentes ante rivales de escasa calidad, se ha complicado luego de tres derrotas al hilo frente a Nueva Orleans, Green Bay y Nueva York. Jason Garrett, el criticado entrenador en jefe del equipo de la estrella de solitaria, vuelve a estar en el ojo del huracán, ya que la mayoría de los exigentes e impacientes fanáticos de esta escuadra lo culpan de esta mala racha.
Está claro que después de 24 años de frustraciones, lo que esta organización necesita no son pretextos ni explicaciones, sino un título de Super Bowl. Sin embargo, es imposible no reconocer que Santos, aún sin Drew Brees, y Empacadores, con Aaron Rodgers sano, son dos de los mejores equipos de la NFL. Y los Vaqueros, a pesar de haber perdido esos dos enfrentamientos, le jugaron al tú por tú a ambos, y pudieron haber salido con la victoria. Es cierto que perder ante un equipo que no había podido sumar su primer triunfo siempre será decepcionante, aun cuando el pasado domingo, los Jets hicieron pesar la localía, y además recuperaron a Sam Darnold, un joven mariscal de campo que le cambió la cara a la ofensiva.
Quienes hoy afirman que la temporada de Dallas está destinada al fracaso y que Garrett debe ser despedido de inmediato, están equivocados. Como muestra, basta sólo un botón. A pesar de las críticas, Dak Prescott es uno de los tres mariscales de campo mejor calificados por Pro Football Focus después de la semana 6, únicamente detrás de Russell Wilson y de Carson Wentz. Su proceso de desarrollo está lejos de haber concluido, y es indudable que Garrett, quien conoce a fondo la posición, ha sido fundamental en la evolución del joven egresado de Mississippi State.
La temporada es muy larga, y con marca de 3-3, la posibilidad de pelear por el título divisional está intacta. Ese es el primer objetivo y conseguirlo será mucho más sencillo dándole continuidad al proyecto actual.
Los Vaqueros quizás no sean el equipo más talentoso de la NFL, pero podrían ser un rival de mucho cuidado en la postemporada si las lesiones los respetan y logran alcanzar su mejor nivel hacia el final del calendario.
No es momento de hacer dramas ni de tomar decisiones arrebatadas. Se perdió un partido que se tendría que haber ganado, pero se podría perder mucho más si, dejándose llevar por casi medio siglo de fracasos y frustraciones, Jerry Jones pierde los estribos y da un manotazo en la mesa.
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