Ningún punto de vista es neutral porque el ser humano no lo es por naturaleza.
Una opinión depende de un marco cultural, la educación, los datos a la mano -ya sabemos que no todos tenemos la misma información- y en el caso del deporte, la camiseta desde la que se miren las cosas.
Siguen escuchándose murmullos de la Final, voces que se van apagando para darle curso rápidamente a un nuevo torneo pero que se mantienen haciendo conjeturas sobre el dramático desenlace de un duelo eterno.
El VAR, que no ha convencido a todos de su uso ni es infalible porque no obedece a ninguna ley científica, volvió a aparecer para corregir varias decisiones. Desde aquel gol de Rayados contra Santos en los Cuartos de Final en el que no considera mano el control descompuesto de Jansen, hasta el paquete de veredictos que se dieron en vuelta de la Final.
Rayados fue beneficiado en todas las decisiones que se tomaron. Las divididas también fueron para ellos. Bien hecho. Así tocó en suerte.
Pero queda la duda sobre la falta sobre Guido Rodríguez dentro del área regiomontana en el primer tiempo del partido de vuelta, que decidió no marcar César Arturo Ramos. Dentro de las consultas que se tuvieron que hacer, era una de las más claras pero no se señaló.
En un partido de futbol, y más aun en el que decide el título, hay momentos, accidentes y pasajes que pueden variar todo.
Así como en la ida pudo el América llegar a la orilla con un hombre menos durante más de media hora, en la vuelta un factible tres a cero a su favor para irse al descanso, también pudo ser determinante.
Cobijados en la vieja frase de que "así es el futbol", hacemos que quepan todas las interpretaciones posibles.
Pensemos por un momento que todas las jugadas que el VAR corrigió a favor de Rayados, hubieran sido al revés: que América hubiese sido el beneficiado simplemente porque así hubieran sucedido.
Los críticos del sistema se hubieran llenado la boca, una buena parte de la afición pensaría en la rudimentaria lógica de que los árbitros ayudan a los de Coapa y unos cuantos sospecharían que todo estaba arreglado.
Lo sucedido en la Final, con el triunfo rescatado por esos Rayados que regresaron del mundo de las tinieblas en el momento menos esperado para rescatar lo que se les había ido de las manos, debería ofrecer una garantía sólida a los incrédulos.
Por cultura, educación y camiseta -de la que deberíamos estar totalmente desprovistos los comentaristas deportivos- es inevitable que cada quien tome posiciones a veces alejadísimas del sesgo.
Si las cosas hubieran sido a la inversa, es de suponerse que Troya estaría ardiendo.
La importancia del América polariza opiniones y se deja de lado que siendo Rayados un digno campeón, la campaña azulcrema llena de ventas, lesiones y accidentes, fue meritoria y valiente.
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