El rostro de Luis Fernando Tena no podía ser más expresivamente inexpresivo.

Las Chivas habían sido vencidas por los Xolos de Tijuana en su propio estadio y mas allá de la injusticia en el marcador, el resultado anunciaba que la tarea imposible de clasificar a la Liguilla se convertía en algo más que una metáfora.

Mirando al vacío, asimilando lo sucedido como hombre de futbol que es, habrán pasado por su mente las jugadas que su equipo falló esa media semana frente a la portería. Incluido en el recuento que el único disparo del visitante se convirtió en gol. Y la jugada última -cómo no- en que el VAR no modificó la decisión de no marcar un penal claro a favor.

Se supone que en el futbol hay una sola verdad, y esa la dicta el resultado. Ser o no ser.

Esa noche, en las circunstancias del equipo, el pulgar estaría señalando hacia abajo respecto al futuro del técnico que pese a haber ayudado a ganar a México el oro olímpico en Londres, tenía alrededor de dos años sin trabajo y aceptó el más riesgoso de los contratos: por ocho partidos y con el Guadalajara. El canto de la sirena rojiblanca es irresistible para quien lo escucha.

En su corta estancia, Luis Fernando ha reportado triunfos que no se esperaban.

Después de su debut, producido con solo dos entrenamientos antes de perder en su visita contra el América, arrancó un punto a Rayados en Monterrey, ganó en Juárez y ayer venció en Toluca.

Su productividad supera los antecedentes cercanos por buen margen.

Y eso sucede cuando un equipo juega mejor, piensa mejor y se entrena mejor. No hay recetas mágicas ni golpes de suerte. Todo es consecuencia del trabajo.

Chivas necesitaba un rescate porque el cociente amenaza, y ahí si que sirve la recolección de puntos.

La sangre le ha vuelto a correr por las venas a un equipo que otro antecesor con poco tiempo para armar un proyecto -Tomás Boy- dejó en el intento.

Como dentro de ese lapso de dos meses ha llegado al Guadalajara un nuevo encargado deportivo con un maletín en la mano lleno de remedios que le han hecho exitoso, habrá que hacerle caso. Para qué llevarlo si no.

Pero si la suerte no está echada, si Ricardo Peláez tiene entre sus cartas posibles realmente a Luis Fernando Tena, le están dejando tarea que revisar.

El mejor ambiente en un lugar que se resiste a preservarlo, el oxígeno más transparente en el vestidor y los resultados enriquecidos con el triunfo de ayer, son un mensaje.

El "Flaco" no está pasado de moda.

Luis Fernando se rescató a si mismo y en algún lado debe tomarse nota de ello.

 
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