Cuando TV Azteca compró al Morelia, fue auténticamente para rescatarlo de la quiebra.
Las cosas iban mal en las finanzas y pese a haber adquirido antes al Veracruz, tuvo que sumar dos clubes en sus filas por una situación de auxilio que la empresa se vio obligada a brindar.
La multipropiedad estaba en pleno apogeo: un poco antes la familia Maccise se hizo de Neza y Querétaro; Toluca y Santos Laguna pertenecían a la Cervecería Modelo y Televisa operaba al Necaxa, al Atlante y, por supuesto, al América. Luego el San Luis tomaría el lugar de los Potros.
Desde ese entonces, antes de que Morelia se convirtiera en Monarcas dejando el plumaje de Canarios -coincidía en ese mote con el América- se empezó a hablar del Clásico del Periférico, por tener ambas empresas televisivas parte de sus icónicas instalaciones sobre esa vía rápida.
La rivalidad nunca cuajó.
La tradición americanista de la familia Azcárraga tenía dos características: antigüedad y autenticidad.
Morelia fue un intento de rivalizar con las Águilas, sin haberlo logrado nunca pese a haberse vivido un par de capítulos relevantes en su historia que no alcanzaron a crear una animadversión natural.
Hoy se enfrentan en situación opuesta de montos de inversión, títulos ganados, peso mediático y pronósticos a favor.
Monarcas ha hecho una campaña realmente meritoria y suficiente, mientras que para América el compromiso se cumple sólo dando la vuelta olímpica.
Eso no quita que cualquier cosa pueda ocurrir en una de las Liguillas mas bizarras de la historia.
Anoche tuvimos una muestra más de ello: cuando Rayados tuvo todo para castigar seriamente al Necaxa, apenas ganó por 2-1, dejando en enormes puntos suspensivos su posible pase a la Final.
Retomando: no es coincidental que ambas televisoras tengan ya solo un equipo: Televisa respetó cabalmente el acuerdo de que nadie fuese dueño de más de uno y a TV Azteca dejó de convenirle la propiedad del Atlas.
Pero otros grupos - Orlegui, Caliente, Pachuca- han hecho olvidar cada vez más aquel acuerdo, con las consecuencias de limitación de futuro de la que no se es consciente ahora.
No es por dudas sobre la honestidad del futbol mexicano, sino porque cuando a las Ligas más importantes del mundo han llegado capitales del exterior para hacerlas globales y más importantes, lo primero que exigen es transparencia.
Y esa, más allá de los dogmas de fe, de lo que diga Fidel Kuri y de la falta de inversionistas nuevos, no la tenemos en México.
La normalidad de cambiar acuerdos y volver a lo de antes pasa a segundo término en casa por la emocionante Liguilla que ofrece.
Desde afuera, seguirán viendo a nuestro futbol como algo exótico, por decirlo de la manera más alegre.
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