En el México de hoy, nadie es culpable de su fracaso. Nos hemos convertido en expertos para generar los factores externos más apetitosos para nuestro ego.
Hay tantas personas que aseguran haber sido víctimas de alguna injusticia laboral por su género, raza, posición social o nacionalidad, que es justo preguntarnos: ¿Y si no son tan buenos como piensan o simplemente, hay alguien mejor que ellos?
Se trata de la mentalidad mediocre que busca culpables externos antes de asumir responsabilidad y si nuestra sociedad se pudre lentamente en la trampa del "todos merecen", resulta ingenuo pensar que no pasa lo mismo con el futbol: Si el "Chuky" Lozano no juega en el Nápoles, es porque Gennaro Gatusso (DT) no quiere a los mexicanos o Carlo Ancelotti lo pone por el centro del ataque.
Si Pizarro no juega en Europa, es porque Chivas y Rayados lo tazaron muy caro.
Si Antuna no funciona en Chivas, es por la prensa voraz.
Si Ochoa no juega en un grande de Europa, es por su promotor y pasaporte.
¿Y si simplemente, no son tan buenos como México y ellos piensan?
No tengo duda que el gremio futbolístico de México que más se encuentra en su zona de confort es el de los jugadores; sobreprotegidos por una sociedad entrenada para adularlos, políticos que los hacen creerse ejemplos para la sociedad, empresarios que los usan para inflar sus bolsillos y prensa cobarde que su trabajo depende de los futbolistas.
Que podemos esperar de un ambiente que convierte en heroísmo la frustración de no haber llegado al profesionalismo: "era tan bueno, pero se chingó la rodilla", "jugaba mejor que todos, pero le gustaba el pedo" o el típico "no llegó porque le faltaron palancas".
Estas cosas existen, pero existen mucho menos de lo que se piensa y, últimamente, no conozco ganador que no haya tenido que vencer injusticias, imprevistos o vicios.
El futbolista mexicano se encuentra enrolado en una cadena de mediocridad: El que no debutó culpa a la corrupción, el que no se mantuvo culpa a los entrenadores, el que está en la banca culpa a los extranjeros, el que no fue a Europa culpa a su directiva, el que no es convocado a la Selección culpa al entrenador y el que no llegó al quinto partido, pues culpa a los de pantalón largo.
¿En qué momento el jugador mexicano se hará responsable de su propio fracaso?
Veo a muchos preocupados por mejorar los aspectos técnicos y físicos, pero la brecha más amplia entre los futbolistas de México y Europa está en el lado intelectual, mental, estratégico y psicológico.
Hemos construido jugadores con mentalidad de víctimas y las víctimas siempre pierden.
Twitter: @AldoFariasGzz |