Es difícil saber en qué momento exacto comenzó la grandeza de Ignacio Trelles porque desde que empezó su carrera como técnico, a los 34 años de edad, logró su primer título ascendiendo al Zacatepec.
Fue un adelantado a su tiempo en lo táctico, en los conceptos. Pero al mismo tiempo, uno de los mejores para usar la picardía popular y la sagacidad para cuidar a sus jugadores de cualquier fuga de la concentración, para manejar los momentos de presión y para darle la vuelta a la prensa.
Fabricante nato de frases que hicieron historia, en plena campaña de México para quedarse con el Mundial 86 sentenció hablando de los otros candidatos a rescatarlo que "A Canadá le sacaron la tarjeta roja, a Estados Unidos la amarilla y a México la de crédito".
Cuando Bora Milutinovic fue nombrado técnico de esa Selección, anunció su cambio de nombre: "A partir de hoy me llamo Ignacio Trellesovich. Es la única manera de ser tomado en cuenta en un futbol tan malinchista como el nuestro".
A Arturo Yamasaki lo orilló a suspender un Puebla-América cuando tras perder la ventaja de tres a cero a favor de los Camoteros y ver al rival acercársele con dos tantos, empezó a aventar balones al campo.
Fuera de sí, el gran árbitro peruano fue a expulsarlo a la banca y Trelles se negó a abandonar la cancha.
"O se va usted, o me voy yo", dijo Yamasaki.
"Pues váyase usted", le contestó Trelles.
El juez tomó el balón y se fue a su vestidor, suspendiendo el duelo que tras gran escándalo, se repitió semanas después con un triunfo poblano por idéntico marcador de tres a dos.
Las anécdotas marcaron la vida de Trelles, pero sería injusto recordarlo únicamente por eso.
No solo coleccionó títulos, sino que hizo época en cualquier lugar en que trabajó.
Sus dos grandes discípulos, Raúl Cárdenas y José Antonio Roca, fueron sucedidos después por Manuel Lapuente, autor por cierto de los tres goles de ese partido suspendido.
El bicampeonato que le dio a Cruz Azul, ligado a una tercera Final que perdió frente a los Pumas en que jugaba Hugo Sánchez, le hicieron cercano a La Máquina hasta el final de sus días.
Más allá de haber trabajado después en otros equipos -como U de G y Atlante -, Trelles fue celeste a partir de su llegada a La Máquina y siempre tuvo una relación de afecto, cuidado y gratitud mutua con ella.
Si Cruz Azul ha tendido la mano a mucha gente que fue parte de su historia, con Trelles la fraternidad dura más allá del último momento.
El propio Lapuente, "Tuca" Ferretti, Ricardo La Volpe, aun con su visión diferente del juego, o en la actualidad Miguel Herrera, con una madurez que ya le llegó, son candidatos a ocupar algún día el trono que Trelles dejó vacante como el último gran genio del futbol mexicano.
La historia siempre busca sucesores.
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