No es fácil toparse con sonrisas en La Noria y como está sucediendo, hay que tomarle una fotografía.
El gesto puede ser prematuro pero es auténtico: la última historia que vivieron podía parecerse a muchas anteriores de cuando un partido estaba controlado y de repente se fue de las manos.
Pero ahora, contra el Pachuca, que cada día se vuelve más modesto, el curso final encontró héroes indiscutibles: "Cabecita" Rodríguez con sus goles, Elías Hernández con la clase que se esperó siempre de él. Corona con las atajadas oportunas que le dan la razón a Siboldi como gran portero de su tiempo: un error no mancha una carrera tan prodigiosa como la del portero celeste que no tenía por que salir del cuadro titular.
Pero además de ellos, alguien que desde muy temprano recuerda a otros que nacieron con pasta de ídolos y lo confirmaron a través del tiempo: Santiago Giménez, el nuevo cachorro azul.
Viene a la mente el día del alumbramiento en una cancha de Carlos Hermosillo o de Ricardo Peláez. Se notaba la pasta que tenían, el alcance que podían lograr.
No era necesario que se cocinaran demasiado en el horno para saber los ingredientes de los que estaban fabricados. Pronto nos hicieron saber la pasta de que estaban hechos.
Santiago Giménez, de 18 años y dando sus primeros pasos profesionales, no hace olvidar la responsabilidad indirecta de quienes escribimos acerca de él.
No hay que proyectar en falso. No hay que adelantar vísperas.
Pero tampoco hay que negar lo que se ve: un jugador con carrocería, mentalidad y condiciones para nacer grande.
Santiago tiene la ventaja de estar siendo formado en los campos de entrenamiento, pero también en un calor familiar que sabe de estas cosas.
"Chaco" Giménez fue alguien que profesó siempre el amor al profesionalismo, a la entrega y al compromiso.
¿Qué mejores cinceles que esos para forjar la nuevo rey león de la familia para que, si el destino lo cuida, tenga una carrera larga y prodigiosa?
A Cruz Azul le viene de maravilla un ídolo en ciernes producido en casa porque además del "Cata" no hay otro que haya aparecido en muchos años.
Tendrá que procurar y apoyar al nuevo cachorro, expuesto a los peligros de una carrera temprana.
Como se mueve en al campo, la energía que despliega, el sentido común para leer el juego a su temprana edad y el cariño que le tendrá a la camiseta azul, hacen de Santiago una excepcional apuesta que ha crecido con todos los ejemplos que le amparan en casa.
Es una gran noticia para un Cruz Azul goleador que anota más que casi todos, salió ya de la zona de turbulencia y amenaza -fiel a la doctrina de Siboldi- con una mística que ayude a cambiar la historia reciente para una afición que pronto volverá a ocupar la tribuna del Azteca.
La Noria, hoy, es buen lugar para creer.
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