¿Qué tanto son dos partidos de veto para un club de la Primera División?

Los antecedentes dicen que los últimos 15 casos, por graves que fueran, resultaron sancionados con un partido de castigo.

Las imágenes cruentas ocurridas en el Estadio Alfonso Lastras seguramente dicen que lo acontecido fue tan grave o más, de lo que la memoria nos reporta. Pero el recuerdo puede ser fallido y las leyes no lo deben ser.

Seguramente lo que pasó en San Luis amerita mayor castigo que todo lo que recordemos. Pero no existe un tabulador que compile sucesos. Cada uno es distinto de acuerdo a lo vivido.

La Comisión Disciplinaria quiere poner un ejemplo al drama del Alfonso Lastras el pasado fin de semana.

¿Cómo abrimos un expediente que refleje lo que se sintió, se sufrió y se pudo aludir en una realidad violenta en un estadio de futbol?

La vocación federativa intenta poner ejemplos que no ocurrieron en el pasado.

Esta una nueva era en la que lo juzgado anteriormente, con atenuantes, debe ser contemplado con el peso real de lo que hoy se percibe y sucede.

La directiva potosina parece estar dispuesta a asumir las consecuencias de sus culpas. Falta de seguridad, de prevención y de vigilancia que permitieron lo que pudo ser una tragedia.

¿Cómo poner ejemplo a una actualidad diferente que marque el paso hacia lo que viene en el futuro, en una Liga que pretende ser de las mejores cuando otros temas amenazan con lo contrario?

La asunción de culpabilidad implica un nuevo camino en el que temas conflictivos como lo que sucede en el Veracruz y la violencia en San Luis tienen que llevarnos a nuevas conclusiones.

¿Una de las que se supone ser de las mejores Ligas del mundo se puede permitir tales descuidos que el mundo entero no comprendería? Seguro que no.

Si los ideales del futbol mexicano son de altos vuelos, según presume la propia Federación Mexicana de Futbol, han de ser correspondidos con acciones sólidas y verdaderas.

Por eso, no cabe el consentimiento, ni en el caso del Veracruz, hoy amenazado con la disolución de los contratos de sus futbolistas, sin derecho a compensación, ni tampoco al caso San Luis que debe ser juzgado sin el menor de los miramientos.

Existe una gran oportunidad para aprender un futuro contundente de nuestro futbol mexicano.

La realidad tiene que anteponerse a los intereses y a los que se vive hoy en día en una Liga que tiene mucho que presumir, pero también cosas vitales que corregir.

San Luis y Veracruz ofrecen más que un problema, una gran oportunidad: la de constatar que los intentos son serios. Que no hay miramientos, y que para hacer sólido el objetivo de seguir avanzando, no debe haber contemplación hacia ninguna de las víctimas que merecen ser juzgadas.

 
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