Por un momento tenemos una hoja en blanco y también un fino lápiz con la punta recién cortada. Huele a madera, a arcilla, a grafito y a imaginación.

Tenemos tiempo y nada nos aqueja. Así que comenzamos a hacer algunos trazos hasta que todo aquello se convierte en un storyboard. Una secuencia de ilustraciones que nos llevan a una pre visualización de algo que desearíamos plasmar en otra plataforma.

Dibujamos a Luis Montes, a quien podrían colocarle una venda en los ojos y aún así, sería capaz de hacer un cambio de juego preciso y poner el balón en los pies de Joe Campbell.

También esbozamos a Ángel Mena, a quien podrían ponerle una gruesa lona en la portería con solo tres agujeros; dos en los ángulos y uno más en la base de algún poste. En menos de tres intentos, mandaría el esférico al fondo de las redes.

Y por qué no hacer algo con José Juan Macías, a quien podrían traerle a tres delanteros más para la siguiente campaña y todos ellos extranjeros. En un suspiro, les arrebataría la titularidad con destacadas actuaciones. (El boceto parece tan real).

Hasta Gustavo Matosas - que con suprema calidad en su dirección, confeccionó a un León de estupendas secuencias, estilo, adaptación y hasta efectos especiales de medio campo hacia delante - se entusiasmaría con la secuela que hoy presenta el líder de la competencia que está en busca del título.

La crítica especializada debe coincidir en que este León ha sido un equipo de película que juega por nota. Ante Xolos demostró que su racha de doce triunfos consecutivos no fue circunstancial ni anecdótica y que más allá de lo histórica, fue producto de un trabajo basado en una clara armonía instaurada y promovida por Nacho Ambriz.

El estratega le dio a cada elemento un rol protagónico. Si Ambriz se convirtiera en director de cine, si acaso llevara su bosquejo a la pantalla grande, encajaría en el estilo del irreverente Alex de la Iglesia, productor y guionista español amante de los rodajes donde todos sus personajes tienen el mismo peso en la trama.

Para Ambriz, son tan trascendentes Fernando Navarro y José Iván Rodríguez como Jean Meneses y William Tesillo. Ninguno más importante que otro. Lo mismo que sucede con Alex de la Iglesia y sus actores Blanca Suárez, Mario Casas o Carmen Machi en la película "El Bar" (2017).

Los tiempos de un solo protagonista en el León - a lo Roman Polansky - con Mauro Boselli como eje central, han quedado atrás. Hoy no hay un Adrien Brody como en "El Pianista" (2002) o una Catherine Deneuve (una de las consentidas de Polansky) en la película "Repulsión" (1965).

Hoy con León, nadie está obligado a jugar para uno solo ni a que todo gire alrededor de un personaje en especial. El rodaje va casi perfecto.

 
 
Twitter: @CARLOSLGUERRERO