Eran los tiempos de Palencia, de los hermanos Palacios, del incombustible Verón, de Dante López y hasta de Leandro Augusto. Aquellos lejanos días de mayo de 2011 cuando, ante la Monarquía de Tomás Boy, Pumas llevó a las vitrinas su séptima Liga. La última.
Ya son casi ocho años. Demasiado. Demasiado para un equipo con etiqueta de grande. Para su fortuna, tiene a Cruz Azul como el mejor aliado para maquillar sequías acumuladas y para lanzar desde el Pedregal hasta la Noria, cualquier mordaz comentario que tenga que ver con grandeza venida a menos.
Pumas cuenta con una burbuja protectora de esencias universitarias que le genera por default cierta inmunidad ante la crítica y el señalamiento. Una píldora antiespasmódica con efectos prolongados de comprensión, empatía y compasión diseñada en sus propios laboratorios.
Hoy se le cuestiona más al Toluca, se le presiona más a Chivas y se le exige más a cualquiera de los regios que al propio Pumas.
Señalar a los universitarios es atentar contra el joven estudiante que hace el esfuerzo por llegar al aula. No es de excelencia. Le aceptan reprobar tres de diez materias. Nadie le empuja para que busque el cuadro de honor.
Mucho influye el saberse y sentirse lejos de los grandes presupuestos. (Pumas es noveno de acuerdo a su valor de plantel que oscila los 38 millones de dólares).
Pero eso que suena a justificación se desmorona cuando vemos en zona de Liguilla a Necaxa, Gallos y Atlas con un valor por debajo al de Pumas. En el futbol no siempre el costo de un equipo es directamente proporcional a la Tabla general.
En la presente campaña, Pumas ha estado entre los mejores ocho únicamente en seis jornadas. El 58 por cierto de su torneo lo ha deambulado por debajo de los puestos de clasificación. De sus últimas nueve jornadas, sólo en dos ha alcanzado el endeble octavo lugar. Muy poco para hablar de un afianzamiento que les permita asegurar un boleto para la Fase Final.
La escuadra que comanda Michel apenas suma cinco triunfos. Cuatro de ellos por idéntico marcador: 2 a 0. Hasta para ganar es meticuloso. Fuera de casa sufre y es décimo quinto en la Tabla de goleo. Suma 14 tantos en 13 partidos para un promedio de 1.07 goles por juego. Equipo que no hace goles está condenado.
Pumas ilusiona poco y conecta menos. Sus siete foráneos no marcan diferencia y su base de jugadores nacionales tampoco está funcionado.
Le urge rumbo, visión y rediseño; más exigencia y menos cobijo. Quien llegue tendrá que hacer esto como primera medida.
Por cierto, fue Memo Vázquez quien en aquel 2011 les devolvió la gloria. El mismo que catapulta a Necaxa.
Ocho años han pasado y Memo sigue siendo tan serio como Pumas indiferente ante su propia realidad. Twitter: @CARLOSLGUERRERO |